Recuerdo el momento justo en el que un primo mío 4 años mayor que yo me reveló la fatal noticia:
Estábamos en el pasillo de mi casa jugando, se acercaba la Navidad, yo tendría unos 4 ó 5 años, se cabreó mucho conmigo y sin más me lo dijo. Fui corriendo y llorando a la habitación donde estaba mi madre para decirle si era verdad lo que me había dicho. Mi madre se molestó con su sobrino pero me contó la verdad. Eso provocó mi primera gran decepción. No entendía porqué mis padres me habían mentido de esa forma. No entendía porqué mi madre me dejaba notas y se comía todo lo que yo ponía a los Reyes Magos y a sus camellos. He de decir que yo siempre he sido muy muy preguntona y muy muy curiosa (no sé porqué no he sido periodista jajaja).
Le pregunté a mi marido si él recordaba el día en el que le habían desvelado la "verdad" y no, no lo recordaba. Ese hecho no sería tan "traumático".
Ahora que soy madre tengo las dudas de si "engañar" a Marc con los Renyes Magos, Papá Noel, El Ratoncito Pérez, etc etc... No quiero quitarle la ilusión ni mucho menos así que no sé cómo hacerlo. Tengo claro que no voy a hacer que ponga comida para los camellos de los Reyes Magos y sí que tengo claro que me gustaría que tuviera la ilusión de escribirles una carta. Pero, hoy por hoy, no sabría que argumentos decirle si me pregunta (dentro de unos año claro): Mamá, ¿por qué me has estado mintiendo? Como yo le pregunté a la mía...
(¿Por qué hay tantos Papá Noeles? Uno en la calle, otro en el centro comercial, otro en la Tv? Por qué el Rey Baltasar va pintado? No es negro? Por qué tienen las barbas iguales? Los camellos no corren tanto para llegar a todas las casas de todos los niños? Por qué no me ha traído lo que me ha pedido? Por qué? Por qué?)
Imagino que le explicaría la más sencilla verdad: son personajes históricos que han existido en el pasado haciendo X cosas y como no son eternos los papás y las mamás nos encargamos de coger su legado haciendo felices en estas fechas a los niños y a toda la familia.
Son tantos los pensamientos que pasan por mi cabeza ahora mismo que no puedo ni quiero plasmarlos todos porque se haría un post tostón e interminable.
He de matizar que dejar de creer no quiere decir perder la ilusión, puesto que, aún hoy en día, me levanto emocionada la mañana de Papá Noel o la de Reyes.
Y vosotros, ¿os acordáis de cuándo y cómo supistéis que Papá Noel o Los Reyes Magos eran los padres?
¿Ya les habéis explicado a vuestros niños la verdad? ¿Cómo lo habéis hecho?
Os dejo una historia que me ha escrito una amiga en la que me parece una forma muy bonita de explicar qué sucede con los Reyes Magos.
<< Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que... -titubeó Blanca
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate, Blanquita y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme:
¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas.
Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero, no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos. >>
¡Gracias por leerme!
Hasta el próximo =)